Izquierda Unida, un proyecto de largo recorrido
Cuando después del
referéndum del 12
de marzo de 1986 para decidir la entrada de España en la OTAN, la Plataforma Cívica
aprueba una declaración política en la que se afirma que “…resulta imprescindible responder
a esa profunda demanda social de cambio. Hace falta estructurar el impulso
renovador existente en nuestra sociedad, dotándole de coherencia y de amplios
apoyos sociales. Se trata de estimular, a partir de la sociedad civil, una
agregación de fuerzas sociales y políticas capaces de definir una alternativa
desde la cual pueda vencerse el cúmulo de residuos conservadores y de intereses
corporativos en cuya órbita se mueve el gobierno actual. Todo ello en el marco
de un amplio proceso en donde se articulen fuerzas sociales, políticas y
culturales hoy dispersas para la puesta en práctica de un proyecto de
transformación de la sociedad española”, se estaba anunciando el nacimiento
de Izquierda Unida. Nada se dejaba a la improvisación. Se
aprobó una declaración política de nueve páginas, a la que siguió el documento
del Acuerdo Político para, finalmente, el 27 de abril de 1986 constituir
Izquierda Unida como fuerza política alternativa. El 22 de junio tuvieron lugar
las elecciones legislativas. Justo un año antes, la Conferencia Nacional
del PCE, aprobó un documento político que sentaba las bases de la convergencia social y política en España.
Recientemente, y de manera
singular, tras las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 , en las que IU
multiplicó por tres su número de votos y escaños -si bien no pudo capitalizar
mejor el hartazgo de la inmensa mayoría de la sociedad española contra las
políticas de austeridad-, en ciertos ámbitos de la organización se proclama la
necesidad de “avanzar hacia la convergencia
con Podemos, renunciando si fuera necesario a las siglas IU”. Defienden,
que “las ideas son más importantes que
las siglas” y no dudan en vincular el futuro de IU al desenlace de esta
operación.
Quienes suscribimos esta
declaración, creemos que las políticas para ensanchar el territorio de la
izquierda transformadora, la necesidad de impulsar respuestas políticas y
electorales amplias y unitarias, en definitiva, la voluntad de construir
proyectos de convergencia son consustanciales a la naturaleza histórica y
política de Izquierda Unida. La propia candidatura de la Izquierda Plural
a las elecciones europeas constituida por 12 organizaciones políticas y apoyada
por impulsores de las mareas ciudadanas, sindicalistas comprometidos y
referentes sociales, es un ejemplo de lo que afirmamos. Somos conscientes de
que movimientos como “Podemos”, que ha logrado un excelente resultado electoral
el 25 de mayo, han de ser parte esencial de este diálogo político para una
nueva confluencia social y electoral; se trata, sin embargo, de evitar
iniciativas convulsas y no exentas de improvisación, que elevan retóricamente
la mirada hacia un escenario imaginario, y se alejan de la realidad cultural,
política y organizativa de IU, de su afiliación y militancia.
Somos muchas las personas
de IU que creemos en la vigencia de su proyecto político. Un proyecto de largo
recorrido, cuya existencia no puede ni debe
someterse a exámenes de temporada. No compartimos la impugnación estructural del
sistema de partidos que distintas ‘voces alternativas’ y medios de comunicación
-algunos de acusado perfil conservador-, han activado. Y ello ha de ser
compatible con la inaplazable necesidad de cambios en la renovación de la
propuesta política, en el funcionamiento interno de los partidos, en su
relación con la sociedad y con cuanto en ella se mueve, en la participación
democrática de la afiliación.
Estamos orgullosas y
orgullosos del carácter democrático y plural de IU. Sabemos que respetar la
pluralidad es sinónimo de respetar la democracia. Creemos
en un proyecto colectivo, sensible a la opinión de la afiliación y de los
sectores sociales a los que representamos, fuertemente comprometido con métodos
democráticos de dirección colectiva, empeñados en la defensa de los derechos de
las trabajadoras y trabajadores y de la mayoría social, y conscientes de que
toda la militancia de IU está llamada a
protagonizar el nuevo tiempo político
Izquierda Unida tiene que
atenerse a su propia agenda. Debe tomar buena nota de la evolución social y política
del país, de las grandes tendencias y demandas de la sociedad española. Debe
ajustar permanentemente su discurso político, y hacer más permeable y abierta
la actividad de su afiliación y la complicidad de la sociedad civil. Pero su organización,
su estrategia, su proyecto y sus siglas son referencias esenciales para el
diálogo social y político. Es más, estamos persuadidos de que la convergencia
de ideas y programas para hacer más visible e influyente a la izquierda
transformadora, dependerá en buena medida de que Izquierda Unida sea cada día
más fuerte y esté explícitamente comprometida con la movilización social y la
iniciativa política e institucional.
Hoy ya han pasado 48 horas desde que os puse un comentario anterior para que dijérais la fuente de este artículo y quién lo firma.
ResponderEliminarDe no ser así, me pondré en contacto a lo largo de la tarde con los administradores de blogger con el fin de que tomen medidas contra este blog por usurpación de artículos y plagio.
Buenos días! Lo hemos elaborado un grupo de compañeras y compañeros de IU de la Comunidad de Madrid. Estamos recogiendo adhesiones y las publicaremos cuando lo consideremos. Un saludo y gracias
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